noviembre 12, 2006

Espíritu de Navidad, por América Ratto

Dedicado a Sofía y Emiliano.

En mi cabeza guardo muchos recuerdos. Por allí dicen que somos de buena memoria. No soy quién para desmentir ni afirmar nada, pero recomiendo que crean todo lo que dicen de mí –positivo o negativo- y se quedarán cortos. Si recuerdo, que cuando hay tanto movimiento en la casa: tanto ir y venir, tanto desempolvar cachivaches, adornos, paquetes y preparar ricas y elaboradas comidas –que por cierto apenas pruebo- es porque se celebra una festividad muy especial…

En esta época todo es muy grato y hay más licencias para mí. Juego con los adornos del oloroso pino, terminando por romper algunos. Me encanta cuando hacen ¡ plop ! y saltan en mil pedacitos brillantes. Me restriego contra sus ramas y salgo olorosa y perfumada. De vez es cuando me dan un pedacito de jamón o una de esas verdes y saladas aceitunas que me gusta tanto jugar con ellas. Hacerla rodar por aquí y por allá para terminar mordisqueándolas. Como en casa todos son muy generosos, hasta un regalo para mí colocan bajo el árbol: o unas galletitas especiales, o un fino collar, o un sweter. Una vez me regalaron unos escarpines y me molesté tanto que los deshice. Además de ser el hazmerreír de todos, parecía el tipo aquel del cuento con las botas.

Pero el momento más divino y que más aprecio, es cuando nieva y encienden la chimenea. Entonces nos congregamos toda la familia -porque yo soy parte de la familia desde hace años- al calor del hogar. Mi ama empaqueta regalos, con lindos lazos coloridos, los niños leen cuentos, mi amo coloca villancicos en el reproductor y procede a responde cartas y tarjetas. Yo -hecha un ovillo- finjo dormir en la alfombra, muy cerquita de la chimenea para recibir su calor benéfico.

Entonces el amo ya instalado en su sillón – con su periódico o su libro- me llama: ¡ Salomé, ven !, pero me hago la indiferente para obligarlo a repetir el llamado. Luego decido complacerlo. Me desperezo lentamente y de un salto monto en su regazo. Muy acurrucada y purrr, purrr, purrr -mientras él me acaricia- cavilo: estos humanos definitivamente están celebrando algo muy bonito, porque este ambiente de paz, regocijo y generosidad cambia a todos. ¡ Hasta a mí, que en estos días no cazo ratones ! ...


A.Ratto
CCS©dic.2005


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