marzo 22, 2006
La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón, recomendado por Yoe
Yoe nos cuenta lo siguiente: "este es un autor catalán y es uno de los libros mas hermosos que he leído últimamente, además de innumerables premios su libro tiene hasta una pagina web www.lasombradelviento.net "
Esta novela superó en España el millón de ejemplares vendidos, se tradujo a 20 idiomas y se publicó en 30 países, entre los que destacaron Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido. Ganó en Francia el Premio a la Mejor Novela Extranjera.
Esta novela superó en España el millón de ejemplares vendidos, se tradujo a 20 idiomas y se publicó en 30 países, entre los que destacaron Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido. Ganó en Francia el Premio a la Mejor Novela Extranjera.
Perlas falsas, de Mónica Montañés. Criticada por Yoe
Yoe nos cuenta sobre Perlas falsas, de Mónica Montañés: "... es un libro fresco, fácil de leer, ameno, ideal para pasar un buen rato, es la primera novela de esta escritora, que ya debes conocer, ya que ha escrito muchas novelas para la TV y obras de teatro muy conocidas como "El aplauso va por dentro" y "Yo , Tu y ella" que se estuvo presentando hace poco en el teatro escena 8 en las Mercedes. Lo leí y me encantó."
Yoe nos complementó su crítica con la reseña publicada en el Universal en el mes de Enero
Ana María Hernández // Entrelíneas ---- El Universal 20-01-06
Perlas falsas, de Mónica Montañés. Ediciones B, noviembre 2005. La primera novela de la periodista y dramaturga Mónica Montañés es tan visual que al leerla parece que estuviéramos viendo una telenovela: no sólo la anécdota, sino la forma de presentarla, con sus texturas, olores, pasiones, con detalles y guiños.
Se narra una historia tipo thriller, la misteriosa muerte de Pipina, esposa de Toño, vecina de la protagonista Quica.
En la piel de Quica hay buena parte de las células de la autora, con todo y bebé pegado a su teta para amamantar, con su hija adolescente la Gabriela esa; así como la pluma febril y llena de gracia y humor que nos acompaña con sus crónicas dominicales en Estampas. Del mismo modo, como en sus obras dramáticas hay mitades de Mónica desperdigadas por todas partes. La primera incursión narrativa de Montañés fue con sus Veintitantos amores y pico, libro de relatos.
Tanto en sus cuentos como en esta novela _al igual que en su dramaturgia y en sus guiones_ lo femenino y la mirada femenina se permean en sus páginas. Es interesante porque su voz ofrece no solamente lo que las féminas dicen, sino lo que piensan, sus diálogos internos, suspicacias, temores y anhelos.
Lo mejor de este libro, que se lee rápido porque engancha, es el toque de humor tan fresco, a veces irónico, a veces sarcástico, a veces simplemente humor. El otro toque es la forma como Montañés logra el enganche, ofreciendo al lector una sorpresa al final de cada capítulo, una suerte de revelación que da pie y pauta para seguir leyendo. Si la narrativa femenina actual tiene colores, el matiz lo da esta joven autora.
Yoe nos complementó su crítica con la reseña publicada en el Universal en el mes de Enero
Ana María Hernández // Entrelíneas ---- El Universal 20-01-06
Perlas falsas, de Mónica Montañés. Ediciones B, noviembre 2005. La primera novela de la periodista y dramaturga Mónica Montañés es tan visual que al leerla parece que estuviéramos viendo una telenovela: no sólo la anécdota, sino la forma de presentarla, con sus texturas, olores, pasiones, con detalles y guiños.
Se narra una historia tipo thriller, la misteriosa muerte de Pipina, esposa de Toño, vecina de la protagonista Quica.
En la piel de Quica hay buena parte de las células de la autora, con todo y bebé pegado a su teta para amamantar, con su hija adolescente la Gabriela esa; así como la pluma febril y llena de gracia y humor que nos acompaña con sus crónicas dominicales en Estampas. Del mismo modo, como en sus obras dramáticas hay mitades de Mónica desperdigadas por todas partes. La primera incursión narrativa de Montañés fue con sus Veintitantos amores y pico, libro de relatos.
Tanto en sus cuentos como en esta novela _al igual que en su dramaturgia y en sus guiones_ lo femenino y la mirada femenina se permean en sus páginas. Es interesante porque su voz ofrece no solamente lo que las féminas dicen, sino lo que piensan, sus diálogos internos, suspicacias, temores y anhelos.
Lo mejor de este libro, que se lee rápido porque engancha, es el toque de humor tan fresco, a veces irónico, a veces sarcástico, a veces simplemente humor. El otro toque es la forma como Montañés logra el enganche, ofreciendo al lector una sorpresa al final de cada capítulo, una suerte de revelación que da pie y pauta para seguir leyendo. Si la narrativa femenina actual tiene colores, el matiz lo da esta joven autora.
marzo 10, 2006
¿Qué sería de la vida sin la dorada Afrodita? por José Ramírez
El título de esta reseña está tomado de uno de los poemas de Poemas del cuerpo y otros, el más reciente poemario de Alejandro Oliveros, editado por la Fundación Bigott, dentro de su serie de literatura de su Bigotteca.
Es difícil hablar del trabajo de Alejandro Oliveros (1948) sin pensar en él como docente excepcional. Sus clases en la escuela de letras de la UCV son un derroche de erudición, cierto, pero no esa erudición que ofende con la pose, sino aquel genuino dominio de los temas, que lo hacen capaz de tertuliar como quien comparte una cerveza con Shakespeare, un tequeño con Borges o un marroncito con Eurípides. No es la vulgarización de lo clásico, sino más bien la integración de lo clásico al quehacer cotidiano.
Poemas del cuerpo y otros tiene tres partes. La primera (Poemas del cuerpo), explora la relación del hombre con su cuerpo, un cuerpo con el que, según el autor, hemos perdido conexión:
Ya nadie recuerda cómo
hablar con el cuerpo. Antaño,
sin embargo, el hombre
hablaba a sus manos.
Explicaba a sus dedos
las formas y alcances
de sus sueños. Y los dedos
respondían con frases amables
…
Así, el diálogo se mantenía
y el cuerpo estaba seguro
de que su soledad era
la misma de su inquilino.
Al final, se hablaba al corazón,
siempre de noche y en susurros.
La tercera parte (otros, título que juega a la ironía, como era de esperarse de su autor) nos regala, si bien un conjunto ecléctico y, si nos atrevemos más, incoherente, la parte del libro con más capacidad de interpelación. Comenzando con el hermetismo confesado de Poema hermético, los cuestionamientos religiosos de Profecía y Teologías y terminando con la poética de Sobre la poesía:
Siempre he creído que la poesía
es un don mezquino…
Una vez escribí que nuestro oficio
era sólo aproximativo y no alcanzaríamos
la fijeza de las estrellas. Quería decir,
me parece, que no llegamos a lo que sentimos.
…
Treinta años más tarde, sigo pensando
que no es la poesía el mayor de los dones…
La segunda parte (Lyra Graeca. Imitaciones. Me deja con las ganas de preguntarle por qué el libro no se llama Poemas del cuerpo, imitaciones y otros) presenta deliciosos juegos de desplazamiento del autor; posicionándos temporal y estéticamente, en la Grecia eterna, llegando a su climax en su Imitación de Minermo:
¿Qué sería de ka vida sin la dorada Afrodita?
¿Qué sería de los días sin el aroma de sus trenzas?
¿Cómo es posible la existencia sin el beso y el espasmo?
Prefiero la muerte a vivir sin la caricia furtiva,
…
sólo pido para mi la memoria de las noches,
las auroras insomnes, los besos largos como la playa,
y los restos de miel y martinico, fresas y duraznos.
Así, los rigores del invierno no serán tan amargos.
Aventurarse en este maravilloso poemario, recorrer sus 43 breves páginas, saborear con tranquilidad cada verso una y otra vez, nos deja, como toda buena literatura, “tocados”. No podemos vernos de nuevo al espejo de la misma forma, en la noche sentimos como nuestros dedos nos susurran debajo de la almohada y nos sorprendemos estrechando nuestra oreja discretamente, agradeciéndole por los sonidos de la noche
Es difícil hablar del trabajo de Alejandro Oliveros (1948) sin pensar en él como docente excepcional. Sus clases en la escuela de letras de la UCV son un derroche de erudición, cierto, pero no esa erudición que ofende con la pose, sino aquel genuino dominio de los temas, que lo hacen capaz de tertuliar como quien comparte una cerveza con Shakespeare, un tequeño con Borges o un marroncito con Eurípides. No es la vulgarización de lo clásico, sino más bien la integración de lo clásico al quehacer cotidiano.
Poemas del cuerpo y otros tiene tres partes. La primera (Poemas del cuerpo), explora la relación del hombre con su cuerpo, un cuerpo con el que, según el autor, hemos perdido conexión:
Ya nadie recuerda cómo
hablar con el cuerpo. Antaño,
sin embargo, el hombre
hablaba a sus manos.
Explicaba a sus dedos
las formas y alcances
de sus sueños. Y los dedos
respondían con frases amables
…
Así, el diálogo se mantenía
y el cuerpo estaba seguro
de que su soledad era
la misma de su inquilino.
Al final, se hablaba al corazón,
siempre de noche y en susurros.
La tercera parte (otros, título que juega a la ironía, como era de esperarse de su autor) nos regala, si bien un conjunto ecléctico y, si nos atrevemos más, incoherente, la parte del libro con más capacidad de interpelación. Comenzando con el hermetismo confesado de Poema hermético, los cuestionamientos religiosos de Profecía y Teologías y terminando con la poética de Sobre la poesía:
Siempre he creído que la poesía
es un don mezquino…
Una vez escribí que nuestro oficio
era sólo aproximativo y no alcanzaríamos
la fijeza de las estrellas. Quería decir,
me parece, que no llegamos a lo que sentimos.
…
Treinta años más tarde, sigo pensando
que no es la poesía el mayor de los dones…
La segunda parte (Lyra Graeca. Imitaciones. Me deja con las ganas de preguntarle por qué el libro no se llama Poemas del cuerpo, imitaciones y otros) presenta deliciosos juegos de desplazamiento del autor; posicionándos temporal y estéticamente, en la Grecia eterna, llegando a su climax en su Imitación de Minermo:
¿Qué sería de ka vida sin la dorada Afrodita?
¿Qué sería de los días sin el aroma de sus trenzas?
¿Cómo es posible la existencia sin el beso y el espasmo?
Prefiero la muerte a vivir sin la caricia furtiva,
…
sólo pido para mi la memoria de las noches,
las auroras insomnes, los besos largos como la playa,
y los restos de miel y martinico, fresas y duraznos.
Así, los rigores del invierno no serán tan amargos.
Aventurarse en este maravilloso poemario, recorrer sus 43 breves páginas, saborear con tranquilidad cada verso una y otra vez, nos deja, como toda buena literatura, “tocados”. No podemos vernos de nuevo al espejo de la misma forma, en la noche sentimos como nuestros dedos nos susurran debajo de la almohada y nos sorprendemos estrechando nuestra oreja discretamente, agradeciéndole por los sonidos de la noche