enero 12, 2006

"Bengala: Lirismo gótico, a ritmo de puñalada", de Israel Centeno. Crítica escrita y ofrecida por José Ramírez

Puede que no exista viaje más difícil que aquel que emprendamos hacia nuestro interior ni fantasmas más terribles que aquellos que hemos ido creando a lo largo de nuestra vida y que van quedando escondidos en los meandros de la memoria. No es fácil presentar en un libro la angustia de ese mundo interior, logrando que tanto la forma como el fondo nos conecte con personajes que, en apariencia, poco tienen que ver con nosotros.

Creo que Joseph Conrad lo logró con El corazón de las tinieblas, tomando el río como eterna metáfora del tránsito de la vida, que se adentra en las profundidades del horror. Israel Centeno en Bengala, su más reciente novela, nos toma por el cuello y nos sumerge la cara en el mundo de la noche detrás de la noche, ese lugar inquietante en el que la excusa es saber lo que le sucedió a Laurita: quién habría sido capaz de violarla y “vaciarla” en el mejor estilo de Jack el destripador.

Pero no nos confundamos, Bengala [1]no es una novela policial, le falta un ingrediente clave: La investigación. Salvo la incógnita que flota en el ambiente y los interrogatorios dispersos, allí nadie está investigando formalmente nada. Periqueros escritores de comics, diputados adictos a la noche, policías trasgresores; todos duales, amenazantes y desamparados, inquietantemente reales y próximos, se presentan en siete partes (no capítulos) a su vez divididas en pequeños relatos, unidos por la sombra, a ritmo de puñalada.

En la contratapa definen a Bengala como “un Thriller peculiar”, podría comprar esa definición, pero modificándola un poco: Bengala nos muestra el Thriller que puede ser nuestra vida, si nos permitimos una mirada oblicua o un giro equivocado en alguna esquina.

El lenguaje de Bengala es una mezcla, si bien compleja totalmente asimilable por lo verosímil, del lirismo tribal urbano, la jerga increpante del malandro y el contrapunto del monólogo interior. Difícil es encontrar antecedentes en nuestra literatura para esta apuesta tan audaz y tan bien lograda. Podría añadir, por la ventaja que me da conocer a Israel, que es una propuesta honesta, que lejos de perseguir la relevancia por vía del escándalo o de una falsa excentricidad, es la continuación coherente de una visión de la vida y el arte.

Bengala no es fácil de definir, tampoco es fácil de leer, pero como toda buena obra nos interpela y nos trasforma, recuerdo a Franz Kafka en uno de sus diarios: “la única literatura que sirve es como un hachazo en un mar de hielo”.


[1] BENGALA. Israel Centeno. Grupo Editorial NORMA, Colección La Otra Orilla, Noviembre 2005


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